Adjunto un nuevo texto...
bio y
bio y
una imagen hecha para él...
Natural...sin
añadidos ni na de na...
Un episodio de mi
infancia...
que se he escrito con un solo pretexto...
no perder la
inocencia y
la magia que tanto gusta y necesita un niño...
Con cariño te lo brindo...
Si quieres saber de que va...
lee su titulo!...
¡CUCURUCHOS DE SORPRESAS!...
Buscando en el
baúl de mis
recuerdos he encontrado
un episodio de mi vida que quiero compartir
contigo...
Con ocho o nueve
años...
vivíamos en el Sur de Francia...
con mi familia...
con mi familia...
Mi madre tenia a
su
cargo a su marido y tres hijos...
Cuando necesitaba
alguna
compra ella nos encomendaba
esas tareas que le
quitaban tiempo a sus
faenas...
además de ayudar
cada
uno de nosotros en lo que
se pudiera...por tal de mermar
lastre a las
labores domesticas...
En aquellos
tiempos la
ropa se lavaba a mano y
las casas no eran como las de ahora...
Vivíamos en un
callejón
que daba a una de las carretera con más pendiente de la cuenta.
tenía que bajar hasta a
una tienda que se encontraba
en los
flancos de esa cuesta...
Con las monedas
apretadas
en mi mano corría hacia
bajo en busca de varias
encomiendas...pan...leche...
huevos...o lo que fuera...
En ese pequeño
comercio
lleno a rebozar de todo
lo que se puede comer y degustar...,
Su dependiente...un hombre
de mediana edad...
corpulento, grandes manos...
un lápiz colgado de su
oreja...
recortes de papel con diferentes
manchas de sabores donde
escribía sus
cuentas y un
delantal color azul sobre
el que se limpiaba después
de cortar
cuchillo en mano...
embutidos o quesos en
finas lonchas que luego
depositaba con
delicadeza
sobre un papel de estraza...
mostrando así su destreza...
Todavía no
entiendo como lo hacia...
rara vez se
equivocaba en
el peso que se le pedía...
como si esa hoja afilada...
tuviera el
don de pesar...
sin tener que consultar
ninguna medida…
era toda una
maestría...
en el arte de despachar...
Como niño se me
iban los
ojos hacia una canasta
de mimbre donde había
unos cucuruchos
igual
de grandes que el brazo
de un chiquillo...
expuestos como un ramilletes
de
flores multicolores…
Cuando mi madre
me decía…
anda hijo quédate con la vuelta...
era toda una fiesta...
Día tras
día...juntaba
ese dinero hasta tener
lo suficiente como para
comprarme
uno de esos estuches..
Una vez
depositadas
esas pequeñas monedas
en aquellas enormes
manos de aquel marchante
...
mi iba hacia las
cesta a probar fortuna...
Esos capirotes de
papel de colores llenos
de viveza...atrapaban mi mirada
como en un hechizo me
daban la ilusión de abrir nuevas puertas…
cada uno de ellos
contenía
algo diferente...y
elegir suponía tutear el azar...
y la suerte...
Salía como el
viento
con aquel trofeo en mis manos...
y con ansia de descubrir
lo que guardaba
celosamente en su vientre...
A la vuelta de la
esquina...
rompía el recubrimiento...
muy lentamente como
cuando un cielo expande
sus nubes para mostrar
con orgullo un sol naciente…
el papel crujía...
se desgarraba para
mostrar lo que escondía...
Mi corazón palpitaba...
mi sangre se apresuraba...
caliente en mis venas encendidas...
Esa caperuza
siempre
tenia en sus tripas más
pliegos de lo que yo hubiera querido...
En un
principio me asaltaba
el
desengaño...demasiado
relleno...poco contenido...
Pero no importaba...
el factor sorpresa me cautivaba...
yo seguía, hasta
encontrarme
con las recompensas
de aquella
prebenda...
Un soldadito de
plomo
vestido de armadura...
que al verlo te transportaba
a valor de los héroes
con espadas,
un cochecito de
plástico…
con una carretera improvisada...
mi antebrazo...
haciéndome con sus
diminutas ruedas cosquillas
a mi imaginación y yo
disfrutaba imaginando
un mundo de ilusión…
Unos caramelos
con
sabor a premio que dejaban
en mi boca y lengua un colorido
tan impregnado
que
me daba aspecto de ser de otro planeta...
y unas canicas
con
tinturas entremezcladas...
que lucían en la transparencia
de aquellas esferas
hechas
para jugar sin importar las apariencias…
Encontrarlas en
aquel
cono...era como hallar
piedras preciosas...
después de haber movido
una
montaña de tierra...
La magia...el
encanto y el
contento se fusionaban
al juntar todos esos obsequios
desnudados
de sus envolturas
y de un papel con muchos requiebros...
Me recreaba con
todas
esas ofrendas y me
divertía con la simpleza de
un niño prendido en
el vuelo de su instinto...
Recuerdo que mi
abuela
vino una temporada a estar con nosotros...
se sintió como
pez
fuera de agua...
no entendía aquella lengua...
no podía ver
televisión...
oír radio...o hablar con alguna vecina...
Como monja enclaustrada
se desahogaba con su
hija y nietos...
Mi padre...
Mi padre...
madrugaba mucho...
y llegaba a casa
cuando
en el cielo la luz ya no estaba...
Un día...mi madre
la
mandó a comprar queso rallado...
y le repitió mil y una vez
como se decía eso
en francés…
Se fue cuesta
abajo...
entro en aquel comercio
de barrio y pidió como
supo...lo que mi madre
necesitaba...
¿no sé como lo
hizo?...
empleó un francés
equivocado con algo
de español desubicado
y
pronuncio sin saber
una palabra que era una...
grosería muy entendible
en aquella
geografía...
Al tendero le
cambió la tonalidad
de su cara...
incluso la de su delantal...
paso de un azul
fucsia
a un rojo exaltado...
No sabia si echar
a aquella
anciana a empujones
o mirarla como
si le faltaran neuronas...
Mi abuela con el
carácter
que le caracterizaba...
escapó de aquella jaula
despotricando
según
ella de aquel inútil...
que no le pudo
servir
las virutas de un queso añejo...
ya sea de oveja o cabra...
Volvió a casa por
aquella
cuesta hecha para
fortalecer las piernas...
echando chispas...rayos
en
contra de la patria Francesa...
Con mucho cariño
la tratábamos...
ella no regalaba besos...
abrazos y
algunas monedas de las
cuales
ella no sabia su valor…
Ninguna tenia la
cara de Franco...
por ninguna de sus caras...
como si estas...
también fueran unas farsas
Con esa
calderilla yo
regresaba a...aquella tómbola...
a sacar de entre sus
cucuruchos
el que más me gustara...
Hoy día se ha
perdido
mucho encanto...se necesita
más cosas para experimentar
un placer
efímero y
un hastío temprano...
Los críos están
saturados
de regalos que ya
no encandilan...estos
se acumulan...
guardan y
tiran...
Ojalá supiéramos
convertirnos
nosotros mismos...
en cucuruchos de
sorpresas
multicolores...
aún...con nuestros defectos…
pero no falta…
de embrujo...afectos!…
Y...sepamos...
alegrarnos...alegrar
la vida de quien nos rodea...
Con esas
pequeñas
sorpresas...humildes...
sencillas...sinceras...
que nos hacen
recordar
que siempre debemos
ser como niños!...
Enrique...Compartiendo Cucuruchos de Sorpresas!...
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