¡Perdón que aligera!...
¡Si supiéramos lo beneficioso del perdón...
de la magia del olvido en ofensas...
o mal atino!...
Nadie se atrevería...
a cargar con una carga insostenible...
¿A quién desearle lo malo
sabiendo
qué lo que uno da...
recibe?...
Engreída postura
la que no se doblega...
en rigidez al espíritu estremece...
¿Que importa lo fugaz de los amores...
si de ellos aprendemos?...
En mustias sensibilidades...
el sello de la venganza...
En tantas y tantas tumbas al aire libre...
seres sin librarse del perdonar…
perdonarse...
perdonarse...
¡Las almas densas prendidas al suelo...
se olvidan de que para subir al cielo...
alas hay que tener...
o agarrarse
a lo bello!...
¡Perdonar
no es un lujo...
es necesidad de quien subir
allí…
quiere llegar!...
quiere llegar!...
¡Liberemos todo aquello...
uno intuye
que viajamos con las estrellas
sin importar a
donde van!...
¡Acrisolar la ignorancia
en aguas de Silencios!...
en aguas de Silencios!...
Purificado y perfeccionado el sentir...
uno ya
fuera del alcance …
¡Al vacío
nuestro sentir!...
¡Sujeto...
a valores que eleven!...
¡En pasados dolores...
todo al acantilado en fulgurante visión...
al otro mundo
no se va
sin antes remisión!...
sin antes remisión!...
¡Saber perdonar...
es rapto del viento del pensamiento!...
¡Dejarse soplar hacia la paciencia...
sin necesidad de defenderse!...
Quien se ofende...
fragilidad muestra...
susceptibilidad ampara...
lucidez no tiene...
¡Te quiero tanto
que sin previo agravio...
te ruego
me perdones!...
me perdones!...
Con cariño y respeto...
Enrique...